Dieta Mediterránea

¿Qué es la dieta Mediterránea?

 

La dieta Mediterránea es, como sugiere la propia etimología de la palabra (del griego diaita), un estilo de vida, un elemento cultural de los pueblos que viven en la cuenca mediterránea.

No sólo tiene valor nutricional, cultural y social, sino que se presenta como un modelo alimentario sostenible para la salud y el medio ambiente. Sus efectos protectores contra las enfermedades crónicas degenerativas y la mortalidad han sido demostrados por numerosos estudios en las últimas décadas, mientras que el respeto por el territorio, la estacionalidad y la biodiversidad garantizan el equilibrio entre el hombre y la naturaleza.

La dieta Mediterránea, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010, se caracteriza por:

  • un consumo elevado de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas;
  • aceite de oliva como principal fuente de grasa;
  • consumo moderado de pescado, productos lácteos y huevos;
  • bajo consumo de carne;
  • consumo regular de cantidades moderadas de vino con las comidas.

Aunque sus raíces son milenarias, este patrón dietético no se «descubrió» hasta la década de 1960, cuando el profesor Ancel Keys, fisiólogo y nutricionista estadounidense de fama mundial, acuñó el término «dieta Mediterránea».

Tras hipotetizar una posible relación entre el estilo de vida, los hábitos alimentarios y la baja incidencia de enfermedades cardiovasculares en pacientes hospitalizados en Nápoles y Cilento en la inmediata posguerra, puso en marcha el famoso «Seven Countries Study«, un estudio epidemiológico en el que participaron más de 12.000 personas de siete países de todo el mundo (Finlandia, Japón, Grecia, Italia, Países Bajos, Estados Unidos y Yugoslavia), comparando los estilos de vida y las dietas adoptadas por estas poblaciones.

Los resultados confirmaron su hipótesis, mostrando que en Italia y Grecia la tasa de mortalidad por cardiopatía isquémica era mucho más baja que en otros países. Cuanto más se diferenciaba la dieta de las poblaciones examinadas de la dieta Mediterránea, mayor era la incidencia de enfermedades cardiovasculares y neoplásicas.

Estos hallazgos desencadenaron numerosas investigaciones con el objetivo de comprender las razones de los efectos beneficiosos de la dieta Mediterránea.

A partir de entonces, numerosos estudios sobre grandes y diversas poblaciones han demostrado de forma incontrovertible cómo un modelo alimentario de tipo mediterráneo conduce a una mayor esperanza de vida y a una menor incidencia de enfermedades crónicas como las cardiovasculares, neoplásicas y neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson.

Según las últimas evidencias científicas, un aumento de 2 puntos en la puntuación de adherencia a la dieta Mediterránea conlleva una reducción significativa del 9% en la mortalidad, del 10% en el riesgo de enfermedades cardiovasculares y del 5% en las enfermedades neoplásicas. También se han observado efectos positivos en relación con las enfermedades neurodegenerativas (-13%), como la enfermedad de Alzheimer y el síndrome de Parkinson.

 

 

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